Una especie de mascarada milonguera y un relato de tragedia y oscuridad sienta el
tono de esta obra.
Es que se sitúa en Buenos Aires, en uno de los momentos más
dolorosos de nuestra historia. Un joven escritor, quien nos relató la siniestra
ficción, atacó y noqueó a un oficial de la policía que lo venía a detener, luego escapa
ante el temor de que alguien más lo venga a desaparecer, para esto no sólo deja
atrás una familia, y una pareja, sino a su hijo recién nacido. El oficial despierta y
viendo la situación familiar, decide que su mejor opción para apresar al flamante
padre es esperar en esa casa hasta que él decida regresar por los suyos. La visita
del oficial durará mucho tiempo, demasiado, y esta familia deberá soportarlo,
transformarse y adaptarse en pos de sobrevivir.
Es una propuesta, que a mi en lo particular me generó un nudo en la garganta
desde el inicio. Es fuerte. Es nuestra historia y eso lo hace tan terrible.
El elenco es solido, nos muestra personajes cercanos y reales, con actuaciones que
transmiten emociones genuinas, y que en momentos hasta nos pueden sacar una
sonrisa dentro de este panorama oscuro. Con el perdón del resto del elenco me
gustaría destacar a Fernando Atias, por generar este personaje tan fácil de odiar,
pero a la vez humanizándolo y no sólo quedándose con lo monstruoso de sus actos.
También aplaudo un diseño de iluminación sublime de Ricardo Sica, que modifica
el espacio de manera muy inteligente con direccionamiento y uso de colores en la
luz.