Hace tiempo que su marido ya no está, pero sigue escuchado al caballo llegar y sus pasos en la casa al volver de trabajar. Nota su tacto en la piel, le quema. Entre la imaginación y la tormentosa realidad, ella es, vive, ama. Queda suspendida en un océano de recuerdos. Se sumerge hasta lo oscuro y frio de sus miedos para renacer al calor del flamenco una y otra vez.